lunes, 22 de febrero de 2016


PRIMERA PARTE

Sara y la amistad eterna entre aves del mismo plumaje.

CAPÍTULO UNO

Sara arrugó el ceño mientras permanecía acostada en su cálido lecho, disgustada por haberse despertado.
Aunque todavía no había amanecido, sabía que era hora de levantarse.
Odio estos días de invierno tan cortos, pensó Sara, ojala pudiera quedarme en la cama hasta que saliera el sol.
Sara sabía que había soñado.
Era un sueño muy agradable, pero no tenía remota idea de lo que significaba.

No quiero despertarme todavía, pensó mientras trataba de adaptarse a la fría e ingrata mañana invernal después del grato sueño que había tenido.
Se arrebujó en su cálido lecho y aguzó el oído para comprobar si su madre ya se había levantado y andaba trajinando por la casa.
Luego se tapó la cabeza con las mantas y cerró los ojos, tratando de recordar un fragmento del agradable sueño del que se había despertado.
Era tan delicioso que deseaba seguir recordándolo.

Vaya, tengo que ir al baño.
Si me quedo quietecita, quizá se me pasen las ganas.

Sara cambió de postura, tratando de postergar lo inevitable. Esto no funciona.
Bueno, me levantaré.
Otro día.
Qué le vamos a hacer.

De puntillas, Sara se dirigió por el pasillo hacia el baño, procurando sortear las tablas del suelo que crujían, y cerró la puerta sin hacer ruido.
Decidió esperar un poco a tirar de la cadena del retrete para disfrutar de la maravillosa sensación de estar despierta y a solas.
Otros cinco minutos de paz y tranquilidad, pensó.

-¿Sara? ¿Estás levantada?
¡Ven a ayudarme!
-Qué más da que tire o no de la cadena -murmuró Sara-o ¡Un momento, ya voy!
-respondió a su madre.
No entendía cómo se las arreglaba su madre para saber lo que hacían todos en cada momento en la casa.
Debe de tener aparatos de vigilancia en cada habitación, pensó con fastidio.
Sabía que eso no era cierto, pero había caído en un estado anímico negativo y no podía evitarlo.
Dejaré de beber agua antes de acostarme.
O mejor aún, a partir del mediodía no beberé nada. Entonces, cuando me despierte, podré quedarme acostada y pensar, a solas, sin que nadie se dé cuenta de que estoy despierta.

El Libro de Sara.
Abraham.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.