lunes, 6 de julio de 2015


-¿Por ejemplo?
La causa principal de que las personas se resistan a ese flujo de bienestar es el hecho de contemplar lo que han creado otros que se han resistido a él. 
Sara se quedó perpleja. 
No acababa de entenderlo. Verás, Sara, cuando prestas atención a algo, por el mero hecho de observarlo empiezas a vibrar junto con ello, por así decir, mientras lo observas. 
De modo que si contemplas una enfermedad, durante el tiempo que la observas, o hablas sobre ella, o Piensas en ella, no permites que te llegue el flujo de bienestar.
Tienes que contemplar el bienestar para permitir que éste llegue a ti.
-¡Ah! Eso es como lo de las aves del mismo plumaje que comentamos un día, ¿verdad? -preguntó Sara más animada.
Sí, Sara. Tiene que ver con la ley de la atracción universal. Si quieres atraer el bienestar, tienes que vibrar al ritmo del bienestar. Pero si prestas atención a alguien que está enfermo, no puedes dejar que el bienestar llegue a ti al mismo tiempo.
Sara hizo un mohín mientras reflexionaba sobre lo que Salomón le había dicho.
-Pero, Salomón, yo creía que tenía que ayudar a las personas que están enfermas.
¿Cómo puedo ayudarlas si no las miro?
Puedes mirarlas, Sara, pero no debes verlas como personas enfermas, sino como personas que se están recuperando. O mejor aún, debes verlas como si estuvieran restablecidas o recordar los momentos en que gozaban de buena salud.
De esa forma, no las utilizas como disculpa para impedir que el flujo de bienestar llegue a ti.
A las personas no les resulta fácil asimilar esto, Sara, porque están acostumbradas a observar todo cuanto les rodea.
Si supieran que cada vez que miran algo que hace que sientan una emoción negativa ese sentimiento indica que están impidiendo que el flujo de bienestar llegue a ellas, la mayoría de personas no estarían dispuestas a contemplar cosas que les hicieran sentirse mal.
Durante unos instantes, mientras estás aquí, no trates de comprender lo que hace la mayoría de las personas, Sara.
Escucha lo que vaya decirte.
Existe un torrente constante de bienestar que fluye sistemáticamente hacia ti en todo momento.
Cuando te sientes bien, significa que permites que ese flujo llegue a ti, y cuando te sientes mal, lo rechazas.
Pues bien, ahora que lo has comprendido, ¿qué es lo que deseas por encima de todo?
-Quiero sentirme tan bien como pueda.
Excelente.
Ahora digamos que estás mirando la televisión y ves algo que hace que te sientas mal.
-¿Como cuando alguien muere tiroteado o asesinado, o sufre un accidente?
Eso mismo.
Cuando ves eso, Sara, y te sientes mal, ¿comprendes qué está pasando?
A Sara le brillaron los ojos.
-Sí, Salomón, estoy oponiendo resistencia al flujo.
Exactamente.
Cuando ves una cosa así, y te sientes mal, significa que te estás resistiendo al flujo de bienestar.
Cada vez que dices NO, lo estás rechazando y por tanto resistiéndote a él.
Cuando alguien dice NO al cáncer, en realidad está rechazando el flujo de bienestar.
Cuando alguien dice NO a unos asesinos, está rechazando el flujo de bienestar.
Cuando alguien dice NO a la pobreza, está rechazando el flujo de bienestar, porque cuando prestas atención a algo que no deseas, estás vibrando junto con ello, lo cual significa que te estás resistiendo a lo que deseas.
Por tanto, la clave consiste en identificar lo que no quieres, brevemente, para centrarte de inmediato en lo que deseas y decir SÍ.
-¿Y ya está?
¿Es lo único que debo hacer?
¿Decir SÍ en lugar de NO?
-A Sara le sonaba increíblemente sencillo-o ¡Es muy fácil, Salomón! -exclamó entusiasmada-.
¡Puedo conseguirlo sin ningún problema!
¡Cualquiera puede hacerlo!
Salomón gozó al contemplar el entusiasmo que le producía a Sara ese descubrimiento.
Sí, Sara, puedes hacerla sin ningún problema.
Y eso es lo que debes enseñar a los demás.
Practica durante unos días.
Presta atención a tu persona y a los que te rodean y observarás que la mayoría de las personas soléis decir NO con más frecuencia que SÍ.
Al cabo de un tiempo observarás las cosas que hace la gente para resistirse al flujo de bienestar que es natural.
Diviértete con esto, Sara.

El Libro de Sara.
Abraham.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.