lunes, 22 de junio de 2015


-De acuerdo, Jason. 
¿Dónde está ese gigantesco pájaro? 
-Se llama Salomón.
-¿Cómo sabes su nombre?
-Se lo ha puesto el padre de Billy. 
Dice que es un búho.
Y que los búhos son sabios.
De modo que le pega llamarse Salomón.
Sara se esforzó en seguir a Jason, que caminaba apresuradamente.
Está muy excitado con ese búho, pensó.
Qué raro. -Debe de andar por aquí -- dijo Jason-.
Vive en este lugar.
A Sara le hacía gracia la seguridad que derrochaba Jason, aunque sabía que las más de las veces su hermano no tenía repajolera idea de lo que estaba hablando.
Pero ella solía seguirle el juego, fingiendo no haberse percatado.
Era más sencillo.
Miraron entre los árboles despojados de sus hojas y cubiertos de nieve.
Caminaron junto a una desvencijada valla, siguiendo un pequeño sendero en la nieve trazado por un perro que al parecer lo había recorrido poco antes que ellos...
Sara no caminaba casi nunca por ese sendero en invierno.
Quedaba lejos del camino que solía recorrer de regreso a su casa después de clase.
No obstante, en verano Sara pasaba muchos ratos agradables en ese lugar. La niña siguió avanzando, observando todos los rincones que le resultaban familiares, alegrándose de recorrer de nuevo su sendero.
Lo mejor de este sendero, pensó Sara, es que suele estar desierto.
No pasan coches, ni vecinos...
Es un sendero muy tranquilo.
Debería de venir por aquí más a menudo.
-¡Salomón! -gritó Jason.
Sara se sobresaltó, pues no esperaba oírle gritar.
-No le llames a gritos, Jason.
Si Salomón está aquí y te oye dar estas voces, se esfumará.
-Seguro que está aquí.
Ya te he dicho que vive en este lugar.
Si se hubiera marchado, le habríamos visto.
¡Es enorme, Sara, de veras!

El Libro de Sara.
Abraham.

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