lunes, 29 de junio de 2015


CAPÍTULO NUEVE

-Me gustaría volar como tú, Salomón.
¿Por qué, Sara? 
¿Por qué te gustaría volar?
-Es aburrido caminar siempre.
Vas muy despacio.
Tardas mucho en ir de un sitio a otro y apenas ves nada.
Sólo ves las cosas que están en el suelo.
Cosas aburridas.
No has respondido a mi pregunta, Sara.
-Sí que la he respondido, Salomón.
Quiero volar porque...
Porque no te gusta caminar, porque te parece aburrido.
En realidad, Sara, no me has dicho por qué quieres volar.
Me has dicho por qué no quieres no volar.
-¿Acaso no es lo mismo?
Claro que no, Sara.
Hay una gran diferencia.
Inténtalo de nuevo.
Un tanto sorprendida por el empeño de Salomón en buscarle tres pies al gato, Sara empezó de nuevo.
-Muy bien.
Quiero volar porque andar por el suelo no es divertido y porque tardas mucho en ir de un sintió a otro.
¡Ay, Sara!
¿Ves como sigues hablando de lo que no deseas y el motivo de que no lo desees?
Vuelve a intentarlo.
-De acuerdo.
Quiero volar porque... No lo entiendo, Salomón.
¿Qué quieres que diga?
Quiero que me digas lo que deseas, Sara.
-¡QUIERO VOLAR! -gritó Sara, enojada por la incapacidad de Salomón de comprenderla.
Bien, Sara.
Ahora dime por qué quieres volar.
¿Qué imaginas que significa volar?
¿Cómo te sentirías?
Explícamelo para que lo comprenda, Sara.
Descríbeme lo que se siente al volar.
No quiero que me digas lo que sientes ahí abajo, en tierra, ni lo que significa no volar.
Quiero que me digas lo que se siente al volar.
Sara cerró los ojos, captando lo que quería decir Salomón, y respondió:
-Volar es sentirse libre, Salomón.
Es como flotar, pero más rápido.
¿Y qué verías si volaras?
-Vería todo el pueblo a mis pies.
Vería la calle Mayor, los coches circulando y las personas caminando.
Vería el río.
Vería mi escuela.
¿Qué se siente al volar, Sara?
Descríbeme la sensación.
Sara se detuvo con los ojos cerrados, fingiendo que volaba sobre su pueblo.
-¡Sería divertidísimo, Salomón!
Volar debe de ser muy divertido.
Surcaría el aire a la velocidad del viento.
Me sentiría libre.
¡Me sentiría de fábula! -prosiguió Sara, absorta en la visión que imaginaba.
De pronto, experimentando la misma sensación de poder que había intuido en las alas de Salomón cuando le veía alzar el vuelo desde la cerca día tras día, la niña sintió un potente impulso que la elevó por el aire a una velocidad que la dejó sin aliento.
Durante unos momentos tuvo la sensación de que su cuerpo pesaba una tonelada, e inmediatamente después como si fuera ingrávido.
Y luego se puso a volar.

El Libro de Sara.
Abraham.

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